Y vengo a tomarme un respiro, a sentarme en el interior de mi oquedad. Navegando los caminos de mi otra edad. Haciendo de la línea un trazo uniforme que no ha de acabar. Que se mira más allá de lo que puedo avanzar.
Sé que no me puedo detener. Es decir, no se sabe, se siente.
El cuerpo crujiendo… Y la gente caminando va.