Y siguen bastos…

ALEJANDRO AURA

 

DESPEDIDA

Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.

 

… y con estás palabras de se despedía el maestro, dramaturgo, poeta, artista: Alejandro Aura. Ayer leía yo el encabezado de la nota, pero al parecer no entendí, o no quise darme cuenta. Estuvo al frente de la coordinación de cultura en la UNAM, entre muchas otras cosas. Lo vi en el canal 11 trabajar en un programa que él conducía y salía Con Andrés Bustamante “Entre amigos”.   Que no están para saberlo y quizá yo para contarlo. En esos años apenas se empezaba a conocer Andrés B. Y yo había tenido el gusto de conocerlo en la inauguración de un teatro bar en Cuernavaca, cuando todavía nadie sabía de él, y ya prometía el muchacho. El lugar se llamaba “El flamingos teatro bar” de mí amiga Linus (de cariño), lugar que después fue casa por mucho tiempo de Juan José Calatayud, músico de jazz desaparecido en el 2003 (saludos maestro). Pero regresando a Alejandro Aura, como olvidar “Salón Calavera” en aquellos tiempos del SAI. Que yo vi en el ahora casi olvidado teatro Coyoacán. En los años en que él coordinaba los teatros de la UNAM, fue quien le dió temporada a una obra del que después sería mí amigo y director Edgar Alexen. Es curioso yo vi esa obra por mera casualidad en el foro Sor Juana Inés de la Cruz. No recuerdo el nombre, pero tenía entre sus siglas algo de desayuno. Cuando conocí a Edgar él tenía el cartel de esa obra en su foro (“EL Ensayo”) Yo vi esa obra dije, él respondió: si es mía, y alguna vez me conto como fue su entrevista con Aura y como le dio la temporada y el teatro. Todo este choro, es a colación porque después yo trabajaría con ALexen en su obra “Solo para hombres” obra sobre judiciales, muy buena y divertida  (y no porque yo lo diga ¿he?)  Con esa obra fuimos a Francia. En ese tiempo Alejandro Aura estaba al frente del Instituto de Cultura y él fue uno de los principales actores de nuestro viaje, porque fue él quien autorizo  la partida, es decir, el pago del avión, también sirvió de apoyo para el montaje que teníamos con Christine Leveque, “agonía”. Todo ello en esos tiempos, tiempos pasados, pero tiempos vivos. Vivos como la memoria, como la presencia de un hombre tan maravilloso y polifacético como Alejandro Aura.

Y volveremos a decir, no sin antes recordar: “esta es tercera llamada, tercera, comenzamos”

P.d. Como ven sigo cumpliendo con mi deber, redactor de obituarios, espero que llegado el momento del mío pueda escribir unas palabras tan bonitas como las que dejo el maestro para decir adiós a este universo. Pero siguen los decesos, murió el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, ahora si ya me estoy poniendo triste, les dejo la nota de la jornada, y quisiera dejarles en video un arreglo de Juan José Calatayud, a “el gato viudo” de Chava flores. El piano es de él.

Fallece el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda

El presidente de la Sociedad General de Escritores de México murió a los 59 años de edad.

La Jornada On Line
Publicado: 31/07/2008 07:29

México, D.F. El dramaturgo mexicano y presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem) falleció la madrugada de este jueves a los 59 años en el Hospital Inglés de esta ciudad, donde había ingresado unas horas antes por problemas de respiración, informaron reportes radiofónicos.

Rascón Banda, quien padecía leucemia desde hace 15 años y problemas en el corazón, nació en 1948 en Uruáchic, en la sierra de Chihuahua. En 1979 escribió Voces en el umbral su primera obra de teatro, aunque fue Los ilegales su primera pieza que fue llevada al escenario.

El dramaturgo recibió los premios Ramón López Velarde en 1979, por La maestra Teresa; Teatro Nuestra América 1981, por su obra Tina Modotti; Juan Ruiz de Alarcón y Rodolfo Usigli, ambos en 1993, así como el premio Juan Rulfo en 1991 por su novela Contrabando.

Entre sus obras se encuentran: Máscara vs. Cabellera, Manos arriba, Cierren las puertas, Luces de Thermidor, El criminal de Tacuba, La casa del español –nueva versión de Voces en el Umbral-, Fugitivos, La mujer que cayó del cielo, Sazón de mujer, Apaches, Armas blancas, Los ejecutivos y La banca, entre otras.

Escribió también guiones de cine como: Días difíciles, Morir en el Golfo, Playa azul, Jóvenes delincuentes, La muerte del Padre Pro y Rosa de California.

     

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2 respuestas a Y siguen bastos…

  1. el pollo dijo:

    "La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo formo parte de la humanidad; por tanto nunca mandes a nadie a preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti."
     
    John Donne.
     
    Yo, como buena cobarde, quisiera morir rápido y sin sentir gran cosa, sin tiempo para despedirme, sin tiempo para querer más tiempo.
     
    Muasss, chiquito.

  2. Domingo dijo:

    No conozco nada de su obra. Mehas despertado la curiosidad. saludos

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